En los momentos críticos el ciudadano busca el abrigo de su Ayuntamiento. En la España Rural sobremanera, por la proximidad y el contacto con las personas que dirigen esa Institución, la más cercana.
CoronAbril de 2020: el virus galopaba acorralando a la población en sus guaridas. Mientras los primeros espadas se batían en interminables y aburridas disquisiciones acerca de qué fue antes, si el huevo o la gallina, los de a pie, los munícipes de esa ancha España anhelada desde el confinamiento urbano, se esmeraban en el cuidado de los suyos, con especial atención en aquellos de edades avanzadas, la franja de edad potencialmente más vulnerable.
Con el paso del tiempo va quedando casi en anecdótico el desdén con el que administraciones, farmacias, y a la postre ciudadanos trataban de agenciarse la ansiada mascarilla con la que protegerse, esperando la llegada de unos envíos procedentes de la lejana China que no acababan de llegar ni en tiempo ni en forma.
El Alcalde de Guarromán consiguió encontrar un contacto en Cádiz, un empresario de nombre Juan Carlos que se ofreció a proporcionarle de forma altruista materiales con los que poder confeccionar mascarillas con las suficientes garantías sanitarias, y de esta forma adelantarse a los ansiados envíos para que sus vecinos pudiesen estar protegidos si por cualquier eventualidad se veían obligados a salir de casa. No lo dudó un momento: cogió la furgoneta del Ayuntamiento y se hizo de un tirón los cerca de 400 kilómetros de ida y los otros 400 de vuelta para recoger el material que el buen samaritano donaba, y de vuelta a casa puso en marcha a un montón de voluntarias y voluntarios Guarromanenses: “unas cortaban, otras cosían, otros enhebraban gomas y otros cortaban y doblaban el papel, y el resto embolsaban el producto terminado” y de esta forma lograron entre todos confeccionar unas mascarillas de calidad, reutilizables, con los que proteger a todos los ciudadanos de su Municipio.
Y una vez puesta en marcha la maquinaria solidaria siguieron confeccionando más mascarillas que repartieron a centros sanitarios de su comarca de Sierra Morena; a los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad; a las residencias de ancianos y a todas aquellas instituciones y organizaciones que lo necesitaban.
Y aprovechando la inercia de una maquinaria solidaria bien engranada comenzaron también a confeccionar batas terapéuticas que entregaron al Hospital San Agustín de Linares y a otros centros de su entorno.
Y sucedió que hace unos pocos días, mientras el Alcalde de Guarromán hurgaba por la redes sociales se topó con el comentario del Alcalde de su Municipio Hermanado de Brañosera haciendo mención a la ardua tarea llevada a cabo en las semanas anteriores hasta conseguir las tan ansiadas mascarillas con las que proteger a sus pobladores. Y hete aquí que de inmediato recibí su llamada, y hete aquí que al cabo de unos pocos días recibíamos en el Ayuntamiento un envío conteniendo 300 mascarillas de calidad, reutilizables, que de inmediato procedimos a repartir entre nuestra ciudadanía.
Tal y como asegura mi querido amigo el Alcalde de Guarromán “una crisis como esta saca lo mejor de cada persona, su compromiso con la sociedad”, pues estoy totalmente seguro de que no en mucho tiempo llegará a poner en marcha su gran proyecto: “El Sueño del Intendente: hacer de Guarroman y del resto de las poblaciones creadas según el ultimo de los Fueros de España en la Sierra Morena un lugar donde la gente pueda vivir en paz y en armonía”, pues, tal y como asegura “a la felicidad no se la espera, se la sale a buscar, y estos días nos están enseñando que si todos ponemos de nuestra parte, que si todos nos sentimos unidos por nuestras raíces comunes, por nuestra unión como pueblo y ayudando a los demás, llegaremos a conseguir ese sueño”.
El Primer y el Ultimo Fuero, creados en España con una idea común: la de repoblación de territorios, unidos en un proyecto común: el mantenimiento de la vida en la España Rural.