Este pueblo esconde dos joyas medievales:
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Su torre del siglo XI que tuvo carácter defensivo y sirvió para controlar el paso de personas y animales. Fue declarada bien cultural en 1.942.
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La parroquia románica de Santa Marina con su torre-campanario, su atrio cubierto, en la que destacan su ábside, varios capiteles historiados, una buena colección de canecillos y en su interior un retablo barroco y una imagen de la Virgen con el Niño del siglo XIII.