«Aquí comienza esa cosa inmensa e indestructible que se llama España» reza el cartel que inicia la ruta en Cantabria
Cantabria ya había sido un lugar de resistencia para los romanos y cuando los musulmanes comenzaron a avanzar por la península fue el refugio de muchos desplazados por la invasión. En el siglo IX una cita habla de las personas que salieron de la montaña, de la zona de Malacoria (Víctor de la Serna dijo que correspondía con lo que hoy en día es Mazcuerras) para instalarse en la Meseta Norte, en las zonas de Palencia y Burgos. La traducción de «foras montani» lleva a denominar a estas personas los foramontanos.
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La historia relata que sobre el año 814 la corriente de colonos ya mencionada comenzó a atravesar el Collado de Somahoz (Sierra de Híjar) desde Cantabria hasta la zona del Bierzo y aledaños, poblando también la zona de Palencia (Brañosera). En el 824 el Conde Munio Núñez concedió la «Carta Puebla de Brañosera», que dio forma jurídica al asentamiento (durante el reinado de Alfonso II «El Casto»). A los hombres que pueblan las nuevas zonas les da el estatus de «hombres libres» que dieron origen al reino de Castilla.
«Aquí comienza esa cosa inmensa e indestructible que se llama España» es la frase con la que el periodista Víctor de la Serna se refiere a estas tierras del occidente de Cantabria de donde salieron los colonos que llegaron a Brañosera. Él fue el primero que habló de los foramontanos en «Nuevo Viaje de España. La Ruta de los Foramontanos».
Este movimiento migratorio altomedieval ha inspirado una ruta turística por el camino que se supone que hicieron estas gentes. Son unos 90 kilómetros que se inician en la localidad de Cabezón de la Sal (Cantabria) y llegan hasta Brañosera (Palencia). Los ayuntamientos por los que se hace el recorrido se han asociado para potenciarlo como destino turístico; discurre por los actuales términos municipales de Cabezón de la Sal, Mazcuerras, Ruente, Valle de Cabuérniga, Los Tojos, Hermandad de Campoo de Suso – Cantabria -, y Brañosera – Palencia, Castilla y León -. Existe la posibilidad de hacerlo andando o en vehículo y la mayoría de las poblaciones por las que discurre fueron fundadas en los siglos IX y XI.
Dada la importancia que tuvo la repoblación para el devenir histórico de España, esta ruta tiene una gran relevancia tanto histórica como paisajística, arquitectónica y étnica. También la gastronomía tiene un lugar especial en esta ruta con el cocido de albuias blancas o rojas, las setas, las truchas de río o la carne de vaca y de caza, teniendo un lugar destacado el cocido montañés, platos que pueden degustarse en los establecimientos que hay a lo largo de la ruta.
La mitología cántabra también tiene referentes en estos pueblos, como la anjana que habita en la fuentona de Ruente y corta el agua cuando quiere. La historia se mezcla con la leyenda y se puede evocar el pasado a través de las casonas de piedra con escudos heráldicos de otras épocas. También la naturaleza con sus bosques, bañados por las aguas de los ríos Saja y Nansa, es impactante y salvaje y puede aprenderse más en el Museo de la Naturaleza de Carrejo.